En 2020 también trascendió que 8 de cada 10 caballas pescadas en Lanzarote y Gran Canaria habían ingerido también este producto
Dos de cada tres lubinas de cultivo criadas en la costa del sur de Tenerife presentan en sus estómagos pequeños fragmentos de plástico que han ingerido de su entorno. En concreto, se han hallado restos en 53 ejemplares, sobre una muestra de 85. Lo revela un trabajo que publica este mes la revista científica «Marine Pollution Bulletin».
Esta investigación no pone tanto el acento en el lugar concreto donde han sido criadas las lubinas como en el nivel de contaminación del mar. Ya lo puso de manifiesto el año pasado otro estudio. Aquel ya reveló que ocho de cada diez caballas pescadas en el entorno de Lanzarote y Gran Canaria habían comido plástico o fibras sintéticas.
Científicos españoles e italianos
Esta vez, la presencia de microplásticos en los estómagos de pescados de cultivo la examinan siete científicos. Proceden del Instituto de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la Universidad de Milán Bicocca (Italia) y el Instituto Español de Oceanografía (IEO).
Las lubinas a estudio (85) fueron tomadas de dos granjas acuícolas situadas en el mar, en el sur de Tenerife, a lo largo de un año, desde junio de 2016 y julio de 2017.
En total, se encontraron evidencias sobre la existencia de 119 partículas de desechos generados por el hombre en los tractos digestivos de los peces analizados, en su mayoría, un 97,5 %, pequeños fragmentos de plástico de menos de cinco milímetros.
Celulosa y celofán
Se trataba, en concreto, de fibras de celulosa o celofán y fragmentos de polipropileno (PP) y polietileno (PE), uno de los plásticos más comunes y más usados en todo el mundo gracias a la simplicidad y al bajo coste de su fabricación, resalta la ULPGC en un comunicado.
Sin embargo, también aparecieron polímeros menos usuales como el polynorbornen o la resina fenólica, hallados por primera vez en los aparatos digestivos de los peces, o restos de redes de pesca y de films.
Los colores de esas partículas (azul en un 26 %, amarillo en un 24 %, negro en un 17 % y transparente en un 14 %), su morfología y los tipos de polímeros encontrados, en combinación a la ubicación de las jaulas de acuicultura, hace sospechar a los firmantes del trabajo que existe una conexión relevante con la contaminación causada por los núcleos urbanos, las actividades turísticas y de ocio marino y los sumideros de la depuradoras, entre otros factores.
Por ello, estiman que la cifra «podría ser similar si el estudio realizado se refiriese a peces de captura», como apuntó hace un año la investigación relativa a las caballas de Lanzarote y Gran Canaria.
Tomar conciencia
Este grupo de investigadores advierte sobre la urgencia de «tomar conciencia respecto a esta problemática y mejorar la regulación y la gestión de los vertidos de aguas residuales al mar abierto».
Este trabajo ha sido realizado por los investigadores Stefanie Reinold, Alicia Herrera, Ico Martínez y May Gómez, de la ULPGC; Francesco Saliu y Marina Lasagni, de la Universidad de Milán, y Carlos Hernández-González, del centro del IEO en Canarias.