El Pontífice pide perdón a las comunidades indígenas en su viaje a Canadá por el tratamientos en los 139 internados por los que pasaron unos 150.000 niños indígenas
El Papa ha pedido «perdón» a las comunidades indígenas de Canadá. Ante ellas también se ha mostrado muy «dolido» por la responsabilidad que tuvo la Iglesia en las políticas de asimilación de los internados, al tiempo que ha condenado la «mentalidad colonialista de las potencias».
«Me encuentro entre ustedes porque el primer paso de esta peregrinación penitencial es el de renovar mi pedido de perdón y decirles, de todo corazón, que estoy profundamente dolido. Pido perdón por la manera en la que, lamentablemente, muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas», ha dicho el pontífice. Lo hizo en en su primer encuentro con las poblaciones indígenas First Nations, Métis e Inuit en Maskwacis, una ciudad a 70 kilómetros al sur de Edmonton, donde aterrizó este domingo.
Es el primer discurso oficial de su viaje de seis días por Canadá. En sus palabras el pontífice se ha referido a las «cicatrices de heridas todavía abiertas» en estas poblaciones a causa de su internamiento en algunos de los 139 internados por los que pasaron unos 150.000 niños indígenas. La gran mayoría de ellas estuvieron en manos de instituciones cristianas y funcionaron hasta 1996. Fecha en la que ndo cerró la Gordon’s Residential School de Punnichy, la última instalación administrada por el gobierno federal canadiense.
«Estoy dolido. Pido perdón, en particular, por el modo en el que muchos miembros de la Iglesia y de las comunidades religiosas cooperaron, también por medio de la indiferencia, en esos proyectos de destrucción cultural y asimilación forzada de los gobiernos de la época, que finalizaron en el sistema de las escuelas residenciales», ha exclamado el Papa.
En esta ocasión, Francisco ha llevado de vuelta los mocasines que una delegación de estas comunidades indígenas llevaron al Vaticano cuando lo visitaron en abril. Unos simbolizan el drama «de los que lamentablemente no volvieron más a casa de las escuelas residenciales».
El Papa ha hablado de esos «traumas» consciente de que, en cierto modo, son revividos cada vez que se recuerdan. «Hacer memoria de las devastadoras experiencias que ocurrieron en las escuelas residenciales nos golpea, nos indigna, nos entristece, pero es necesario», ha señalado.
Francisco ha dejado claro el motivo de su visita que, a pesar del dolor que arrastra en la rodilla derecha y que le obliga a desplazarse en silla de ruedas, no ha cancelado. «Estoy en tierras nativas para decirles personalmente que estoy dolido, para implorar a Dios el perdón, la sanación y la reconciliación, para manifestarles mi cercanía, para rezar con ustedes y por ustedes».
«Estoy aquí para llorar con ustedes»
El objetivo fundamental de la visita a Canadá durante la que el pontífice recorrerá 19.246 kilómetros tiene que ver con una de las peticiones que en 2015 reclamó la Comisión para la Verdad y la Reconciliación instituida por el Gobierno canadiense. Una comisión para documentar la historia de lo ocurrido en estas escuelas residenciales promovidas por el propio gobierno. «Hoy estoy aquí para recordar el pasado, para llorar con ustedes, para mirar la tierra en silencio, para rezar junto a las tumbas», ha dicho el pontífice en otro momento de su discurso.
El sistema de internados para niños y niñas de los pueblos Inuit, Métis y First Nations entre otros estuvo oficialmente vigente en Canadá desde 1883. Fue entonces cuando se dispuso la creación de estas instituciones que buscaban asimilar a los habitantes aborígenes a los usos y costumbres de la sociedad occidental. A partir de 1920, la asistencia de los indígenas de 7 a 16 años se hizo obligatoria.
A lo largo de los últimos treinta años se han sucedido diversas peticiones de perdón. Los primeros en hacerlo, en marzo de 1991, fueron los obispos de la Conferencia Episcopal y los responsables de las órdenes religiosas que se encontraban al frente de los internados. En julio de ese mismo año lo hicieron por primera vez los Oblatos de María Inmaculada, bajo cuya responsabilidad se encontraban varias escuelas, en concreto la de Kamloops hasta 1969. También en 2009, el Papa Benedicto XVI expresó «su dolor por la angustia causada por la deplorable conducta de algunos miembros de la Iglesia en Canadá».