El 22 de agosto se declaró oficialmente la hambruna y se calculó el desplazamiento de más de medio millón de gazatíes en el centro y sur de Gaza, según datos de la ONU
Gaza entró en 2025 soñando con la tregua que comenzó a finales de enero, cuando los muertos por la ofensiva israelí superaban los 47.000. El año concluye en un alto el fuego impredecible y rozando los 71.000 fallecidos después de que Israel reanudara sus ataques, la hambruna se agravara y las acusaciones de «genocidio» cobraran fuerza.
El 19 de enero comenzó el cese de hostilidades. Estaba estructurado por etapas, pero la ambigüedad al plantear su evolución (que dejaba todo a la suerte de unas negociaciones que debían producirse con la tregua en marcha) provocó un estancamiento que Israel rompió retomando los bombardeos el 18 de marzo.
La tregua rota de enero a marzo
Del 19 de enero al 1 de marzo, Hamás entregó a 38 rehenes vivos y muertos (33 israelíes y 5 tailandeses). Israel liberó, a cambio, a unos 2.000 prisioneros palestinos.
Más de medio millón de gazatíes desplazados en el centro y sur de Gaza, según datos de la ONU, pudieron volver al norte cuando el Ejército israelí abrió el corredor de Netzarim, que partía el enclave en dos. Pero la mayoría sólo encontraron escombros, en una Franja con el 81 % de sus estructuras destruidas.
Pronto ambas partes se acusaron de vulnerar el acuerdo: Israel mató a más de un centenar de gazatíes en esos dos meses, no cumplió con las cantidades acordadas de ayuda para entrar en Gaza, sometió a palizas a los presos palestinos antes de liberarlos y retrasó su liberación en varias ocasiones.
Mientras las autoridades israelíes denunciaron las ceremonias macabras que las milicias organizaban para liberar a los rehenes o que Hamás se apropiaba de la ayuda humanitaria (algo de lo que, según la ONU, no hay pruebas).
Hambruna y «genocidio» en Gaza
Bajo este pretexto, el 2 de marzo (cuando la primera fase debería haber concluido) Israel bloqueó totalmente el acceso de ayuda humanitaria la Franja, donde no entraron comida. medicinas o combustible en 11 semanas. Las negociaciones de la segunda fase nunca avanzaron e Israel retomó los bombardeos el 18 de marzo, matando a más de 400 gazatíes.
El bloqueo de la ayuda humanitaria continuó hasta el 19 de mayo, cuando Israel reanudó un acceso muy limitado.
El 27 comenzaron a funcionar los puntos de reparto de alimentos de la estadounidense Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), custodiados en su interior por mercenarios estadounidenses y en el exterior por soldados israelíes: más de 2.100 personas murieron en ellos o tratando de asaltar camiones con comida hasta su cese, el 24 de noviembre.
Fueron once semanas sin entrada de alimentos y su limitado acceso posterior, que provocaron una subida exponencial de los precios (un kilo de patatas llegó a costar 100 dólares) y dispararon los índices de desnutrición en Gaza.
Declarada la hambruna
El 22 de agosto, la ONU declaró oficialmente la hambruna. A lo largo del mes la desnutrición le costó la vida a 185 personas (de las más de 450 del total de la guerra), según la Sanidad gazatí.
En agosto también tuvo lugar el asesinato de uno de los periodistas más famosos del enclave: Anas al Sharif. Israel lo acusó de pertenecer a Hamás y lanzó un ataque de precisión que acabó con su vida y las de otros cinco informadores. Al menos 53 periodistas han muerto en Gaza en 2025, según el Comité Internacional para la Protección de Periodistas.
Pese a la creciente presión internacional, con cada vez más países anunciando su intención de reconocer al Estado palestino como represalia por la violencia en Gaza, Israel aprobó extender su ofensiva a toda la Franja, incluidas las zonas que antes evitaba ante la posible presencia de rehenes.
El 16 de septiembre lanzó su ofensiva terrestre contra la ciudad de Gaza como parte del plan, cuando en la capital se refugiaban en torno a un millón de personas. Ese mismo día, una comisión independiente de la ONU determinó que Israel está cometiendo un genocidio, sumándose a la denuncia de otros organismos internacionales como Amnistía Internacional u organizaciones israelíes como B’Tselem.
Un nuevo alto el fuego que suma ya casi 400 muertos
Tras un encuentro en EE.UU. entre su presidente, Donald Trump, y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, el magnate anunció su propuesta de 20 puntos para un acuerdo de tregua que las partes firmaron el 9 de octubre.
El pacto entró en vigor el día 10, cuando las tropas israelíes se replegaron a la conocida como «línea amarilla», una demarcación imaginaria tras la cual se extiende el perímetro de Gaza (más del 50 % de su superficie) que sigue bajo dominio militar de Israel.
Hamás liberó el 13 de octubre a los 20 rehenes que quedaban vivos en Gaza a cambio de unos 2.000 prisioneros palestinos. Después devolverían progresivamente los 28 cadáveres de rehenes restantes. Sólo queda uno: el sargento de policía Ran Gvili, asesinado el 7 de octubre de 2023.
La evolución de la tregua depende de su entrega, pero también de la retirada del Ejército, que considera ahora la línea amarilla una «frontera defensiva», condicionando aún más su repliegue. Hamás insiste en que, pese a que el acuerdo lo contempla, no se desarmará.
‘Línea amarilla’
Unos 400 gazatíes calificados de «amenazas inmediatas» han muerto en ataques de las tropas israelíes por cruzar la línea amarilla. Además, Israel ha lanzado cuatro oleadas de ataques en el enclave en respuesta a presuntas violaciones de Hamás y, el 13 de diciembre, uno de precisión contra un alto cargo del grupo en la capital.
«Nos acercamos al final de la primera fase (del acuerdo)», vaticinó Netanyahu el 14 de diciembre. El día 29 se reunirá con Trump en EE.UU. para abordar la segunda, mientras los 2,1 millones de habitantes del enclave (el 90 % desplazados) dependen de lo que depare el próximo año.


