Danza

‘La desnudez’ llega este sábado al Teatro Cuyás con dos premios nacionales de danza

Daniel Abreu y Dácil González. Fotograma RTVC

Daniel Abreu y Dácil González estarán en escena en el Cuyás a las 20.30 horas, donde hay previsto un único pase.

El público grancanario podrá disfrutar al fin de ‘La desnudez’, el montaje de danza en el que se dan cita dos Premios Nacionales de origen canario: Daniel Abreu y Dácil González.

El espectáculo será este sábado a las 20.30 horas en el Teatro Cuyás, donde hay previsto un único pase que ha sido presentado por ambos artistas y la consejera insular de Cultura, Guacimara Medina.

Dirigida, coreografiada e interpretada por el tinerfeño Daniel Abreu (Premio Nacional de Danza 2014), ‘La desnudez’ obtuvo tres premios Max en 2018 (Mejor Espectáculo de Danza, Mejor Intérprete Masculino de Danza y Mejor Coreografía) y cuenta con la participación de la ganadora del Premio Nacional de Danza 2019, la grancanaria Dácil González.

La obra

La obra es una propuesta poética sobre el saber quererse. En escena, dos figuras apuntando una idea de polaridad y de viaje desde la muerte al amor, a las que acompaña la música (el músico, el sonido grave del viento en el metal…), señala un comunicado.

“La desnudez es un acto de muerte, como la exhalación, sacarlo todo para que empiece algo nuevo y al mismo tiempo la desnudez es construir con la ilusión de que esto era lo definitivo”, explican sus responsables, para los que “la desnudez responde a ese lugar de intimidad, donde ya no existen las preguntas”.

Desde solo 20 euros, las entradas para la única función prevista (sábado 13, a las 20.30 horas) pueden adquirirse en la taquilla del Teatro Cuyás, ubicada en la calle Viera y Clavijo de la capital grancanaria, y en su página web: www.teatrocuyas.com.

Proceso creativo

Explica Abreu que “Dácil y yo estuvimos unos dos años pensando en este trabajo.
Comenzamos sin nombre ni camino. En cada encuentro, ahondábamos en viajes sin guía, con bailes cada vez más extraños, y sorpresas no clasificables, como lo que se encuentra al final de los cajones que no se visitan hace tiempo».

«Dos años con la tierra en barbecho y en esto encontrando más belleza en las cosas, en los pasos de baile, en las bolsas de basura y en los instrumentos rotos. Construíamos y destruíamos. Jugábamos con el tiempo como meta, y a veces el tiempo simplemente era algo más”, relata Abreu.

En opinión de su director, “este trabajo podría titularse perfectamente ‘Geografía’, porque trata de recomponer y revisitar lo que hay, ya sea un cuerpo material o un impulso”.

“Lo hacemos desde la danza, y es que no por estar más mayores vamos a dejar de movernos, es más, casi el cuerpo de los cuarenta años pide moverse más, construir con los últimos alientos de la energía reproductiva. Y es que la danza yo ya no sé explicarla”, añade Abreu.

Así, el material coreográfico se mueve entre el amor y la muerte, con cambios rápidos de las dinámicas que hablan de muchos ojos mirando la misma cosa. Como decía Juan José Millás en alguno de sus cuentos, “la suma de miradas son los recovecos por los que Dios intenta entender su propio mundo”.

”Y es que este trabajo va de eso, de sugerir un paseo entre el amor y la muerte, en lo polar. Un hombre y una mujer se mueven y van tocando. Van construyendo algo líquido, muy acorde con la sociedad moderna”, concluye el artista tinerfeño a propósito de su laureado montaje.

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