Creada en el año 2001, la Reserva Marina de la isla de La Palma cumple este sábado 23 años. En ella vive un ecosistema único en Canarias
La Reserva Marina de interés pesquero de la isla de La Palma cumplió este sábado, 3 de agosto, 23 años de compromiso con la protección y sostenibilidad de un ecosistema único en Canarias.
Esta reserva se creó en el año 2001 y desde entonces ha jugado un «papel crucial» en la protección de la biodiversidad marina y el mantenimiento de la actividad pesquera artesanal. Aspectos que contribuyen al desarrollo socioeconómico de la región, según ha informado el Ministerio de Agricultura en nota de prensa.
El área marina abarca 3.564 hectáreas, de las que 847 corresponden a una zona de reserva integral, y su gestión corresponde en exclusiva al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, al extenderse en su totalidad en aguas exteriores.
Se trata de un espacio que se caracteriza por contar con una «escasa» plataforma continental, sustituida por fondos abruptos de «gran valor» paisajístico y biológico, con numerosas grietas, cuevas y túneles que albergan comunidades de gran interés.
Flora y fauna de la Reserva Marina de La Palma
Además muy cerca de la costa, en aguas de la reserva marina, se alcanzan grandes profundidades donde habitan especies pelágicas. Sus aguas albergan variedades pesqueras como la vieja, la salema, el medregal o seriola y el ábade, algunas difíciles de observar en las otras islas occidentales del archipiélago canario.
En cuanto a la flora marina está compuesta principalmente por comunidades de algas pardas, con presencia de especies protegidas como Cystoseira abies-marina. También se pueden encontrar fondos con anémonas tropicales que constituyen un reducto singular para estas especies. En las zonas de cuevas y grietas habita una elevada biodiversidad de invertebrados marinos, entre los que destaca la presencia de la langosta canaria.
Completan la biodiversidad de la zona ejemplares de mamíferos y tortugas marinas, tales como el delfín mular, el tiburón martillo y la tortuga boba, que son observados con cierta frecuencia en aguas de la reserva.
Tras la erupción volcánica
Sobre el seguimiento científico por parte del ministerio, indican que cobró especial relevancia en esta reserva durante la erupción del volcán Cumbre Vieja, ya que los equipos científicos pudieron llevar a cabo determinados ensayos para mejorar el conocimiento de la zona. En particular, las imágenes tomadas permitieron observar la reacción de la lava al llegar al mar y su evolución, así como la creación de fondos de tubos volcánicos y avistamientos progresivos de especies de interés pesquero, entre otras.
La reserva marina de la isla de La Palma es una de las tres gestionadas por el ministerio en el archipiélago canario junto a la reserva de Punta de La Restinga Mar de Las Calmas, en El Hierro, y la de la isla de La Graciosa e Islotes al norte de Lanzarote (de gestión mixta por el ministerio y la comunidad autónoma de Canarias), lo que suponen la protección de un total de 75.507 hectáreas.
Regeneración del recurso pesquero
Las reservas marinas de interés pesquero son espacios protegidos que tienen como objetivo principal la regeneración del recurso pesquero y el mantenimiento de las pesquerías artesanales tradicionales de la zona.
A partir de la creación de la primera reserva marina, la de la Isla de Tabarca, ha sido el sector pesquero profesional, representado por las cofradías de pescadores, el que ha solicitado la creación de estos espacios, aseguran.
En las reservas marinas se permite el desarrollo de una pesca artesanal, que es la actividad troncal, junto a actividades recreativas como el buceo. Además la red de reservas marinas está formada por 12 espacios protegidos gestionados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de forma exclusiva o bien compartida con las comunidades autónomas (cinco son de gestión exclusiva y las siete restantes de gestión mixta).
En su conjunto ocupan una superficie de 105.243 hectáreas de las que 10.162 hectáreas se corresponden con zonas de reserva integral y 95.081 hectáreas con superficie de resto de reserva, con actividades humanas reguladas. También constituyen un ejemplo de gestión basado en tres pilares, tales como son vigilancia y control, seguimiento científico y divulgación.