Las mascarillas dejan desde este jueves de ser obligatoria en exteriores. Se mantiene el uso obligatorio en eventos multitudinarios cuando se esté de pie o sentado si no se puede mantener la distancia de seguridad
La medida fue aprobada en el último último Consejo de Ministros y publicada este miércoles en el Boletín Oficial del Estado (BOE). El acuerdo se adoptó en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS).
La obligatoriedad del uso de la mascarilla se mantiene en eventos multitudinarios que tienen lugar en espacios al aire libre. Cuando los asistentes estén de pie o, si están sentados, cuando no se pueda mantener una distancia de seguridad de al menos 1,5 metros entre personas o grupos de convivientes.
También sigue siendo obligatorio el uso de mascarilla en los medios de transporte público. En este sentido, se especifica que incluye andenes y estaciones de viajeros y teleféricos. Además, esta medida de control no farmacológico también se mantiene en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público.
La medida se debe valorar a nivel individual
El decreto recuerda que la relajación de las medidas que se incluye en este real decreto, propuesta para la población general, se debe valorar a nivel individual. De acuerdo con la pertenencia a grupos de mayor vulnerabilidad, la vacunación y la actividad y comportamiento social que pueda incrementar los riesgos de transmisión.
Aunque la mascarilla ha sido una medida clave de control del COVID-19, el decreto recoge que la evidencia disponible sobre la transmisión del virus en los diferentes ámbitos indica que su uso tiene un impacto mayor en espacios interiores. Se trata de espacios en los que se reúnen personas que no conviven habitualmente. También en grandes aglomeraciones en los que no pueden mantener distancias de seguridad y se establecen interacciones con múltiples personas.
Las mascarillas en exteriores han permitido suavizar otras con impacto socioeconómico mayor y mantener una mayor interacción social, según recoge el decreto. También pone en valor que las recomendaciones de uso y obligatoriedad se han ido adaptando al conocimiento de la enfermedad y, sobre todo, a la evolución de la epidemia y las necesidades de control de la transmisión.