El Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes se ha puesto a disposición de las familias materna y paterna de las niñas desaparecidas en Tenerife para tratar de minimizar en lo posible el impacto recibido.
Además, ha alentado a la sociedad a no emitir conjeturas ni banalizaciones que, advierten, pueden hacer mucho daño a los familiares.
Cristina García, psicóloga coordinadora del citado grupo en el Colegio de Psicólogos de Santa Cruz de Tenerife, ha indicado que no hay un libro específico sobre cómo los profesionales van a encontrar a una persona que, como Beatriz, la madre de las niñas Anna y Olivia, está atravesando una situación tan dura «para la que no estamos programados».
Cuando hay menores implicados «la catástrofe es mayor» porque como progenitores «estamos programados para enterrar a nuestros superiores, padres y abuelos, no a nuestros hijos, es antinatural».
«No podemos hablar de superar la muerte, porque la muerte no se supera, se aprende a vivir con ella», explica Cristina García.
Además, prosigue la especialista, no cabe en ninguna cabeza que la persona «a la que queremos, amamos, con la que vamos a tener descendencia, sea capaz de hacer algo como supuestamente ha sido este caso».
Dolor familiar
Precisa también Cristina García que el Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes ha ofrecido su apoyo «a ambas familias».
Hay que tener en cuenta que la del padre, Tomás G., no sólo ha perdido a su hijo desde la desaparición sino a sus nietas. Y con el sufrimiento añadido de tener que escuchar «barbaridades».
Esto provoca mucho daño y esta familia en concreto necesita «mucho apoyo desde el minuto uno», sostiene Cristina García.
Las dos familias están sufriendo y se están vertiendo opiniones muy duras, cuando, lo que habría que auspiciar son los mensajes de apoyo y fortaleza.
Una de las primeras pautas que recomiendan los psicólogos a los familiares es que dejen de lado el exterior y se sienten con sus allegados y seres queridos.
Ayuda psicológica a la madre
En cuanto a Beatriz Z., madre de Anna y Olivia, es conveniente que tenga espacio para «su expresión emocional, que pueda soltar su rabia, su ira y su incomprensión porque es entendible», además de acompañarla en este proceso tan duro de asimilar.
Sobre la actitud demostrada por Beatriz desde la desaparición de las niñas, Cristina García considera que aunque en un hecho de este tipo «no nos podemos subir en las nubes ni ser excesivamente optimistas, sino tener los pies en la tierra porque la situación era muy complicada, como madre te agarras a un hierro ardiendo y luchas por tus hijos».
La actitud de la madre desde el inicio de los hechos
Beatriz ha sido muy activa compartiendo su intimidad, las imágenes de las niñas pero no simplemente como una foto, sino cómo hablaban, cómo se relacionaban entre ellas y esto «ha dado un plus» que ha hecho que la sociedad esté pendiente «e impactada por lo sucedido».
Explica Cristina García que los psicólogos de emergencias suelen intervenir en las primeras 72 horas de un acontecimiento. Si se prolonga, como es el caso de las desapariciones, actúan de retén.
Este caso en concreto va a conllevar mucho tiempo de intervención para que las familias puedan asimilar la situación y la actuación de los psicólogos de emergencias tratará de minimizar «el shock» para que no desemboque en una psicopsicología.
Después, si es necesario, se pasa a la parte de terapia con un psicólogo clínico.
El Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes tiene un convenio con el Servicio de Urgencias Canario, por lo que es activado desde la Sala correspondiente cuando es necesario.
Ha intervenido en situaciones como el derrumbe del edificio en Los Cristianos y el incendio en el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria.
Además actúan en el caso de suicidios, accidentes de tráficos y muerte súbita de bebés.