El Niño Jesús Indiano regresa a Santa Brígida un siglo después de su desaparición

La escultura del ‘Niño Jesús indiano’ desapareció la noche del devastador incendio de 1897, lo que impidió su veneración pública en el contexto religioso para el que fue destinada

En 1750, una escultura de pequeño tamaño del niño Jesús fue enviada desde las Indias por el satauteño Tomás de León Ramírez a la parroquia de Santa Brígida, Gran Canaria, con el propósito de ser entregada con todos los honores.

Durante más de un siglo ocupó un lugar en la vida religiosa del pueblo, hasta que, en la fatídica noche del 21 de octubre de 1897, su rastro se desvaneció. No fue pasto de las llamas del incendio que asoló el templo, sino que permaneció en manos privadas hasta hace 20 años.

Ahora, vuelve a su parroquia el 20 de octubre.

Este 20 de octubre, el Niño Jesús indiano regresa a la Iglesia de Santa Brígida
Este 20 de octubre, el Niño Jesús indiano regresa a la Iglesia de Santa Brígida

Regreso a su lugar

Este 20 de octubre, el Niño Jesús indiano regresa a la Iglesia de Santa Brígida.

Su presentación, a cargo del cronista oficial de Santa Brígida, Pedro Socorro, abrirá la semana de actos diseñada por el Ayuntamiento satauteño para conmemorar el 500 aniversario de la parroquia.

A las 19:30 horas se dará a conocer la pieza a la ciudadanía. Se trata de una delicada escultura de madera policromada del siglo XVIII, propiedad de la Casa de Colón, que permanecerá expuesta en la Iglesia hasta el 26 de octubre.

El ‘Niño Jesús indiano’

La imagen es un niño de pie, de expresión dulce y semblante sereno. Su cabello es oscuro. No porta corona ni atributos divinos, y calza unas sandalias que lo humanizan y diferencia de otros Niños solemnes. Además, lleva los brazos abiertos en gesto de acogida o bendición en sintonía con la espiritualidad barroca que buscaba conmover a los fieles.

La escultura del Niño Jesús indiano es una pieza de gran valor histórico y artístico. Refleja el intercambio espiritual y cultural entre Canarias y América durante la época colonial, cuando las familias isleñas emigradas enviaran imágenes a sus lugares de origen, como gesto de permanencia.

Su itinerario es también una metáfora de la propia experiencia migratoria de los canarios que, como la figura sagrada, cruzaron los océanos en busca de un futuro mejor.

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