El consumo del gofio ha disminuido en las últimas décadas y los recursos alimentarios que provienen del exterior hacen que el producto ya no sea el pan del archipiélago
El gofio es la elaboración alimentaria más identificativa de la cultura e historia de Canarias. Hasta los años 50 era prácticamente la base de la dieta alimenticia de las islas. Pero, en las últimas décadas, su importancia se está perdiendo.
El proyecto «La cultura del Gofio en Canarias«, financiado por el Instituto Canario de Desarrollo Cultural, busca estrategias para evitar que su consumo sea residual, y reclamar la importancia del gofio como patrimonio inmaterial de Canarias, a través de la identificación, investigación y el análisis de sus distintas manifestaciones.
Dentro de este proyecto se han realizado distintas acciones para plasmar las múltiples realidades de la cultura, la historia, las tradiciones, el mundo alimentario y culinario y la tecnología que tienen al gofio como denominador común. Por una parte, se ha realizado una investigación histórica sobre la presencia del gofio en documentos, elementos materiales y arqueológicos, además de la localización de estos en fuentes, bibliografía e instituciones.
Por otra parte, se han llevado a cabo visitas, entrevistas y toma de datos a molineros y molineras de las islas de Tenerife, Gran Canaria y La Gomera, para conocer la situación actual de la industria, el trabajo tradicional, los problemas a los que se enfrentan y los retos que les presenta el futuro.
Con todo ello, se ha elaborado un plan de salvaguardia de cara a poner en marcha distintas acciones de divulgación y buenas prácticas
Solo quedan 35 molinos de gofio en toda Canarias
Analizar el gofio implica analizar diferentes estados patrimoniales. Desde la época aborigen hasta ahora ha sido un producto puramente arraigado en Canarias. Sin embargo, en la actualidad, los numerosos recursos alimentarios que provienen del exterior hacen que el producto ya no sea el pan del archipiélago. La técnica de gestión patrimonial Trivo, Cathaysa Cabeza, señala que muchas veces, «ni siquiera los granos que se usan son muchas veces de las islas, sino que son granos importados».
En los años 90 se produjo el auge de los alimentos procesados y la bollería. Esto supuso un cambio en el consumo del gofio. Ahora, la mayoría de los consumidores más recurrentes corresponden con personas mayores. Por lo general, las personas jóvenes no consumen el producto porque no está dentro de su cultura habitual.
En diciembre de 2022, en el archipiélago funcionaban un total de 35 molinos, y tan solo un en la isla de La Gomera. Para Cabeza, la pérdida del consumo de gofio puede suponer «perder el enlace con la historia y el paisaje de las islas, además de las relaciones culturales entre las personas».