La Casa Museo Cayetano Gómez Felipe de La Laguna acoge la muestra ‘Quintana en La Laguna. El pintor y su estela en el arte barroco canario‘, dedicada al pintor tinerfeño cuando se cumplen 300 años de su fallecimiento. Hablamos con Carlos Rodríguez Morales, comisario de la exposición
Cristóbal Hernández de Quintana (1651-1725) es uno de los artistas más importantes de la plástica canaria del barroco. Su obra, localizada en museos, iglesias y colecciones particulares muestra una personalidad reconocible que creó escuela en Tenerife, la isla donde más trabajó.
Con motivo de los 300 años de su fallecimiento, San Cristóbal de La Laguna le rinde homenaje con diversos proyectos que se acercan a su época y su personalidad artística. Una campaña de restauraciones y rutas patrimoniales en la ciudad se unen a la muestra ‘Quintana en La Laguna. El pintor y su estela en el arte barroco canario’ que se puede visitar en la Casa Museo Cayetano Gómez Felipe. Hablamos con Carlos Rodríguez Morales, doctor en Historia del Arte y comisario de la exposición.
La Casa Museo Cayetano Gómez Felipe acoge una exposición que recoge una parte singular de la obra de Cristóbal Hernández de Quintana ¿Qué celebramos con este proyecto?
La exposición coincide con el tercer centenario de la muerte de Cristóbal Hernández de Quintana en La Laguna, la ciudad en la que vivió durante más de tres décadas y donde realizó y se conserva buena parte de su obra.
¿Qué nos vamos a encontrar en la muestra?
Casi treinta pinturas pinturas (dos de ellas de la propia colección), una escultura y un documento manuscrito expuestos en un inmueble edificado en vida de Quintana con el propósito de acercarnos a su pintura, a sus fuentes y a la huella que dejó en la ciudad y en otros artistas isleños coetáneos y posteriores. La personalidad de Quintana identifica buena parte de la pintura isleña coetánea y posterior.
Un pintor que vivió y murió en la ciudad, pero cuya obra se encuentra en más islas
Lagunero por elección y por el peso que la ciudad tiene en su propia biografía, pero nació y creció en La Orotava y vivió una década en Las Palmas, donde casó, tuvo hijos y recibió aprendices. Tras quedar viudo, regresó a Tenerife, pero desde aquí siguió trabajando para otras islas.
En la primera década del siglo XVIII se desplazó a Lanzarote y en sus últimos años siguió recibiendo encargos desde la Catedral de Las Palmas. Hay y hubo obras suyas fuera de Tenerife, pero más allá de eso lo relevante es que podemos considerar a Quintana un pintor canario, por su trayectoria, por la geografía de su influencia y por su carácter referencial.
Repasando su obra entendemos que se trata de un artista eminentemente religioso ¿cuál era el ambiente artístico en la época de Quintana?
Los temas de sus pinturas son casi íntegramente religiosos, él mismo fue un hombre devoto. Pero en la exposición hemos querido llamar la atención sobre el destino doméstico de muchas de sus obras.
El arte sacro no estaba solo en iglesias, ermitas y conventos ni se debe identificar únicamente con el clero. Pero es cierto que la religiosidad motivó buena parte de la demanda de los clientes isleños, ya fuera para el culto en los templos como para el ornato doméstico y la piedad privada. Esta cualidad no es exclusiva de las islas y debe entenderse en un marco cultural más amplio.
«En la exposición hemos querido llamar la atención sobre el destino doméstico de muchas de sus obras»
¿Y el retrato civil?
Se había descartado que Quintana se dedicase a retratar a sus contemporáneos, más allá de alguna propuesta que no tuvo mayor fortuna historiográfica. Recientemente hemos planteado que sí pudo hacerlo, al considerar su autoría para dos retratos civiles. Uno de ellos, el del comerciante francés Bernardo de Fau, participa la exposición. Es un frente de investigación abierto y atractivo.
Sin embargo, por lo que sabemos, no dio el salto a la Península, o por lo menos no hay constancia de ello ¿Cómo fue su formación artística?
Es un enigma, pero hemos asumido que tuvo lugar en las islas. Aunque no consta la formalización de un contrato de aprendizaje, debió conocer y dejarse influir por Gaspar de Quevedo. Este pintor de La Orotava, que trabajó allí durante la juventud de Quintana, acababa de regresar tras quince años de estancia en Sevilla.
Además de otras posibles enseñanzas de este tipo, la observación de las pinturas locales y foráneas que tuvo a la vista y, particularmente, el acceso a estampas europeas, sobre todo de Flandes, le permitieron conocer composiciones de prestigio, ideas y recursos. A falta de otros documentos, su propia pintura evidencia esta suma de influjos.
Y tampoco tenemos constancia de un hipotético viaje a Indias ¿existe o existió obra suya en América?
No es descartable, pero nada hace pensar que saliera de las islas. Sí es más probable que alguna obra suya fuera remitida hasta América. El tránsito y el contacto con el Nuevo Mundo desde Canarias era intenso. Hay catalogadas pinturas suyas en Perú y en Colombia, pero una se trasladó por sus actuales propietarios desde Tenerife y no sabemos nada respecto a la historia previa de la otra.
Más interesante y sugerente resulta que su obra haya sido relacionada o catalogada como americana fuera de las islas, en museos y casas de subastas.
Quizás sea el Cuadro de Ánimas de la Catedral su obra más importante, y también la de mayor tamaño. Sin embargo, en la exposición es evidente la calidad de Quintana como pintor del detalle
Los dos cuadros de las Ánimas del purgatorio de las parroquias históricas de La Laguna (los Remedios, hoy Catedral, y la Concepción) son sus dos obras de mayor tamaño y complejidad. Pero, efectivamente, en varias de las pinturas que pueden verse de cerca en la exposición se aprecian sus cualidades casi de miniaturista, que conservó hasta el final de su vida. El detallismo y la pincelada precisa en lo pequeño son algunas de sus principales virtudes como pintor.
«No es descartable, pero nada hace pensar que saliera de las islas»
La Virgen de Candelaria es uno de los temas destacados en la obra del artista ¿Cuál es su relación con esta advocación?
Con el tiempo se ha ido cribando la atribución indiscriminada a Quintana de veras efigies de la antigua imagen de la Candelaria, pero nos consta que la retrató porque se conservan algunas firmadas. La más notable, datada en 1717, puede contemplarse en la exposición. Además se da la circunstancia de que entre 1688 y 1691 trabajó en la policromía del retablo y del artesonado de la capilla mayor del santuario de la patrona, así que tendría la oportunidad de conocer de cerca la escultura y el aparato con el que se mostraba a la veneración.
¿Qué no debemos perdernos para conocer a Quintana?
Hasta el día 18 de enero del año que viene: esta exposición organizada por la Casa Museo Cayetano Gómez Felipe con el patrocinio del Ayuntamiento de La Laguna y el Gobierno de Canarias. Podremos ver frente a frente obras que suelen están colocadas a mayor altura o en lugares poco accesibles, como sucede con las de colecciones privadas, así que es una oportunidad que tardará en volver a darse.
No se ha planteado como una muestra exhaustiva, sino representativa de la significación del pintor en el arte canario de su tiempo. Visitarla permite valorarlo en su justa medida y además invita a recorrer la ciudad buscando sus huellas. Se puede comprender a Quintana en La Laguna y también se puede conocer un poco mejor la historia de Canarias a través de Quintana. Me gusta tener presente una idea de Hans Belting: “Vivimos con imágenes y entendemos el mundo en imágenes”.


