- Origen de La Bajada de la Virgen de Los Reyes, en El Hierro
- Bailes, pasos y tradición: El ritmo que marca la Bajada de la Virgen de los Reyes
Este símbolo se convierte en el límite o frontera entre pueblos durante esta festividad que se repite cada cuatro años
Las rayas son los puntos marcados en el suelo donde el pueblo espera a los grupos de bailarines y al patrón, las líneas que marcan la unión entre dos localidades y que se convierten en uno de los momentos álgidos de la Bajada de la Virgen de los Reyes en El Hierro.

Cada cuatro años, el primer sábado de julio, esta isla celebra su fiesta más importante en la que se lleva en procesión a su patrona, la Virgen de los Reyes, desde su ermita hasta la Villa de Valverde durante casi 30 kilómetros.

Cultura y tradición
Los diferentes pueblos de la isla se encargan de trasladar la imagen de la patrona por tramos, siendo las rayas el límite o frontera entre pueblos, donde se entrega y recoge la imagen, y donde la responsabilidad de trasladarla se transfiere o asume.
Este hecho convierte a las rayas en parte fundamental de la festividad, ya que son la línea que demarca el traspaso de funciones entre los diversos pueblos, que, al encontrarse, comienzan a pugnar para que su música suene más fuerte y mejor que la del otro.
Esa competición, ese momento de «pique», se convierte en el momento más emocionante del día, donde los pueblos luchan por un metro más entre sus fronteras, abrir y cerrarse a través de la música y el baile.
Los visitantes deben anticiparse y esperar en un lugar donde no interfieran con el paso de La Virgen, algo que asegura una mejor experiencia para todos. Además, no es necesario estar en el borde, ya que los pastores abrirán el camino para que la Patrona y los bailarines puedan transitar sin obstáculos.
¿Cómo sucede?
La Virgen llegará acompañada por el pueblo que baila su raya, portando su bandera y patrón, al son de su toque. Cuando el cortejo llegue al punto establecido, serán los bailarines quienes se abrirán, colocándose a los lados, para dar paso al relevo, quien entrará con su patrón y tratará de captar el toque que está sonando.
Este momento, cargado de tensión y tradición, es cuando generalmente se produce el «pique» entre los bailarines, con los gritos de “oreja” clamando por la uniformidad del ritmo y la música.
Una vez que el toque se haya unificado, el pito marcará el silencio. En este instante, tanto el patrón como los bailarines muestran respeto a la Virgen, y cuando la música vuelva a sonar, el relevo habrá quedado completado.