El SCS presentó los primeros resultados del estudio ISVOLCAN en las jornadas de divulgación científica ‘Conferencia Internacional: Erupción del Tajogaite’
El estudio ISVOLCAN, que analiza el impacto de la erupción volcánica en la salud de la población de La Palma, pondrá en marcha la siguiente fase de la investigación en 2026. Una etapa centrada en el seguimiento a corto y medio plazo de los participantes a través de un nuevo contacto para conocer los potenciales efectos en la salud de la erupción del volcán Tajogaite.
La unidad de Investigación del Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria lidera este estudio, cuyos avances se han presentado en las jornadas de divulgación científica ‘Conferencia Internacional: Erupción del Tajogaite’. Un evento que reúne en La Palma a especialistas de diferentes ámbitos para compartir resultados, estudios y aprendizajes obtenidos tras la erupción volcánica registrada en la isla.
Cristo Rodríguez, investigadora principal del estudio, detalló que la investigación ha finalizado la fase inicial de reclutamiento, realizándose los cuestionarios de salud a más de un millar de participantes así como exploración física y toma de muestras sanguíneas. Rodríguez indicó que se ha observado que el acceso a la zona de exclusión en jornadas prolongadas de más de ocho horas o durante más de sesenta días, se asoció con un aumento de la sintomatología respiratoria y ocular, a pesar de haber usado gafas y mascarillas.
Irritación ocular o insomnio, entre los síntomas destacados
Tras los análisis recabados en la fase inicial de investigación, se publicaron tres artículos científicos. Las primeras conclusiones se han centrado en los síntomas durante la erupción, los resultados de la biomonitorización de contaminantes y el análisis de estrés postraumático.
El primer artículo reflejó los aspectos generales en una muestra de 857 personas participantes (662 región oeste y 195 este de la isla), en su mayoría mujeres con una edad media de 51 años, y que vivían a una distancia mediana de 6.7 km del volcán en la región occidental y a 10.9 km en la región oriental antes de la erupción.
El 90% de las personas estudiadas realizaron tareas de limpieza de ceniza volcánica durante la erupción y los síntomas agudos más frecuentes referidos fueron irritación ocular (45,9 %), insomnio (44,9 %), ansiedad y depresión (44,7 %) y síntomas respiratorios (36.45%). Los participantes de la región occidental, la más afectada, tuvieron una probabilidad significativamente mayor de experimentar síntomas de vías respiratorias bajas, depresión, ansiedad e insomnio.
Niveles de aluminio y titanio
El segundo artículo abordó los resultados de la biomonitorización en las muestras de sangre de los primeros 393 participantes, residentes en la comarca oeste. Se observó que quienes vivían a menos de 6’5 kilómetros del volcán, tenían concentraciones significativamente mayores de aluminio y titanio, sin que puedan ser considerados tóxicos.
Además, las personas fumadoras mostraron niveles más elevados de cadmio y plomo probablemente en relación al hábito tabáquico. Las actividades de limpieza de cenizas se relacionaron con niveles aumentados de níquel y cobre, a pesar del uso de medidas de protección como mascarillas.
Estrés postraumático
En un tercer artículo en relación con el análisis de estrés postraumático (TEPT) asociado a la erupción, se observa puntuaciones más altas en el caso de las mujeres y de las personas evacuadas. La misma situación se encontró también asociada al menor nivel de educación, menor distancia al volcán y en personas con antecedentes de depresión.
También se observó que las puntuaciones estaban asociadas con la mala calidad del aire, de modo que una peor calidad del aire se relacionaba con puntuación más alto de TEPT.
Comienzo de la fase de seguimiento
La investigadora explicó que el estudio ha iniciado la fase de seguimiento de los participantes. Durante 2026 se irán difundiendo resultados basados en el análisis de los datos clínicos, epidemiológicos atendiendo a los niveles de exposición durante estos años posteriores a la erupción del Tajogaite.
El próximo año se contactará de nuevo con los participantes para realizar un cuestionario epidemiológico, así como pruebas de exploración física y extracción de sangre. Esto permitirá medir la ocurrencia de nuevos eventos en relación al nivel de exposición y continuar con la biomonitorización de contaminantes.


