Ha resaltado la importancia del estudio de los distintos ecosistemas de La Palma, «más en una isla como esta, que es reserva de la biosfera»
La ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha mantenido este sábado una reunión con investigadores de los distintos centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Investigadores que realizan un seguimiento diario de la crisis eruptiva en la isla de La Palma.
En esta reunión se han tratado temas que afectan, tanto a la calidad del aire como a la biodiversidad de la isla. Especialmente, en áreas próximas al cono volcánico.
Teresa Ribera ha destacado al concluir el encuentro la presencia «muy significativa del CSIC en Canarias». Junto a ello, y la colaboración constante, también entre entidades científicas, con los investigadores y trabajadores del Cabildo de La Palma.
«Todos los niveles de administración están volcados para poder entender mejor qué es lo que ocurre y así estar seguros de que las decisiones que se tomen son las más adecuadas», ha declarado Ribera.
Teresa Ribera ha resaltado la importancia del estudio de los distintos ecosistemas de La Palma, «más en una isla como esta, que es reserva de la biosfera. Una isla de la que entiende su bienestar y su prosperidad asociados a la buena salud de la biodiversidad.
Contribución a la restauración de la isla
El Ministerio de Transición Ecológica ha contribuido con una partida de más de 40 millones de euros en acciones ligadas a la restauración de los suministros de energía y agua. Es el caso del buque cisterna que asiste a las desaladoras de Puerto Naos, y a la reconstrucción posterior de la isla.
Además de las más de 1.050 hectáreas de superficie cubierta por las coladas de lava, el pinar canario en un radio de cuatro kilómetros del volcán se ha visto seriamente afectado por las condiciones que la erupción ha provocado, han indicado los científicos.
Científicos del equipo de biodiversidad del CSIC han explicado cómo la lluvia ácida en los alrededores del cono volcánico y los gases nocivos procedentes del volcán han «abrasado» hasta el 70% del pino canario cercano al lugar de erupción.
También la fauna se ha visto afectada, con una reducción notable de insectos y aves que, hasta hace unos meses, formaban parte del ecosistema natural de la dorsal de Cumbre Vieja, y que ahora se han desplazado a otras partes.