Las inspecciones a buques, en una operación realizada junto a Interpol, facilitan una investigación que alcanza a 322 navíos
La Guardia Civil ha detenido e investigado a 69 personas por delitos relacionados con la contaminación marina. Además, ha registrado 60 delitos y 70 actuaciones administrativas en el marco de una operación mundial desarrollada en 56 países.
En España, el operativo «30 días en el mar 3.0» de Interpol, se ha centrado en inspecciones a buques, así como en los vertidos ilegales al dominio público marítimo-terrestre. En especial, cuando causan, o puedan causar, daños sustanciales a la calidad de las aguas.
Los agentes han llevado a cabo un total de 1.170 acciones y de las inspecciones realizadas, 322 han sido a buques, 503 en puertos, 190 en tierra (empresas, estaciones depuradoras y otras instalaciones) y 144 marítimas (áreas contaminadas, lugares afectados, etc.).
Trabajos del Seprona
Entre las actuaciones destacan las 4 que ha desarrollado el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) en Murcia relacionadas con explotaciones agrícolas de plantas desalobradoras que vertían salmuera al Mar Menor, que han sido precintadas y suspendida su actividad por ser ilegales. Estas empresas también captaban agua subterránea mediante estructuras no aptas, la mayoría pozos ilegales.
Las tomas de muestras dieron unos resultados elevados en nitratos, llegando a triplicar los valores máximos permitidos. Por ello, se investigó si la contaminación del Mar Menor está en gran medida provocada por la contaminación de los acuíferos que se comunican con éste.
En Barcelona, el Seprona, en colaboración con las unidades del Grupo Especial a Actividades Subacuáticas (GEAS), han llevado a cabo varias inspecciones y toma de muestras de diversos vertidos al mar y espacios naturales. Las investigaciones se encuentran abiertas.
En Pontevedra se están analizando muestras de aguas tomadas para analizar la calidad de las mismas y la influencia sobre zonas cercanas donde se cultiva mejillón.
La Guardia Civil advierte de que tanto las emisiones procedentes de la combustión de los combustibles que utilizan los buques, como los vertidos al mar, constituyen un peligro real contra el medio ambiente.