‘Los Hispanos’, la selección masculina de balonmano, se midió este domingo ante Eslovenia y ganó la medalla de bronce en un reñido 23-22
La selección española de balonmano no falló y se colgó, al igual que ya ocurrió hace tres años en Tokio, la medalla de bronce, tras imponerse este domingo por 23-22 a Eslovenia en la final de consolación de los Juegos Olímpicos de París gracias a una parada de Gonzalo Pérez de Vargas en los instantes finales.
Medallero olímpico de España en París 2024
Una intervención que premió la mayor fortaleza mental del conjunto español en un tramo final de partido en el que los de Jordi Ribera supieron sobreponerse a la exclusión de Miguel Sánchez Migallón.
Pero ni con un hombre menos los ‘Hispanos’ dejaron escapar la renta de un gol (23-22) con la que afrontaron el último minuto y medio de juego.
Y eso que Eslovenia pareció tenerlo todo a favor tras disponer de un último balón para igualar la contienda, tras una más que discutida falta en ataque de Aleix Gómez, que tuvo que salir de la pista en brazos de Abel Serdio tras el duro encontronazo que sufrió con el defensor.
Siete jugadores en el campo
Sin embargo, Eslovenia, que retiró al portero para jugar la última acción con siete jugadores de campo, no supo mover bien el balón y acabó tratando de forzar la prórroga con una lejano disparo de Borut Mackovsek que detuvo Gonzalo Pérez de Vargas.
La mejor manera posible de poner fin a un torneo olímpico que, caprichos del destino, cruzó a españoles y eslovenos en encuentro por la medalla de bronce catorce días después de que ambos equipos fueran los encargados de abrir el pasado 27 de julio el torneo.
Pero si entonces ambos conjuntos tenían todo el tiempo por delante para enmendar cualquier posible error, en esta ocasión se lo llevaba todo, nada más y nada menos que un bronce olímpico, mientras que el perdedor se quedaba sin nada.
Un cara o cruz que pareció motivar sobremanera al guardameta esloveno Klemen Ferlin que tras el primer cuarto de hora de juego ya contabilizaba el mismo número de paradas, seis, que las que contabilizó en el encuentro inaugural.
Ventaja eslovena momentánea
Circunstancia que permitió a Eslovenia situarse con una ventaja de dos goles en el marcador (4-6) que dejaba claro que los ‘Hispanos’ iban a tener que sufrir de los lindo para volver a vencer a los balcánicos como ya hicieron (25-22) en la primera fase del torneo.
Pero si Eslovenia podía presumir de portero, lo mismo podía decir España ya que pese a que Gonzalo Pérez de Vargas no llegó a alcanzar las cifras de Ferlin, que por momentos superó el 60 por ciento de paradas, el toledano surgió siempre en el momento oportuno.
La pieza que necesitaba el conjunto español para acabar de asentar su defensa, lo que permitió a los ‘Hispanos’ causar cada vez más y más problemas a un ataque esloveno que acabó reducido a las acciones de Blaz Janc.
Mejoría defensiva a la que se sumó la irrupción en ataque de Jorge Maqueda que con su corajudo estilo permitió a España no sólo enjugar su desventaja, sino situarse a falta de seis minutos para la conclusión del primer tiempo con una renta de dos goles (10-8) en el marcador.
Una diferencia que igual de rápido que llegó se esfumo ante las dificultades de los de Jordi Ribera para frenar a Janc que con sus eléctricas penetraciones se encargó de volver a igualar la contienda (12-12) al llegar el descanso.
Tensión en los minutos finales
Igualdad que se mantuvo en un arranque de la segunda parte (16-16) en la que si bien España pareció encontrar el camino hacia el gol por medio del pivote Abel Serdio, por parte de Eslovenia surgió la figura el lateral Aleks Vlah inédito en todo el primer tiempo.
Empate que ni españoles, ni eslovenos lograron romper lastrados por una creciente tensión que hizo que lo goles subieran con cuentagotas a un marcador que a menos de ocho minutos para el final reflejaba un incierto 20-20.
Un simple anticipo de la tensión que se vivió en los minutos finales en los que los de Jordi Ribera, en otra muestra de carácter competitivo, se mostraron más fiables que su rival y se auparon al tercer escalón del podio.