Es una de las conclusiones de un estudio de UNICEF sobre la tecnología en la infancia y la adolescencia, que revela que los niños y niñas tienen móvil con 10 años y casi la totalidad en cuanto entran en la ESO
El nuevo informe de UNICEF España sobre el impacto de la tecnología en la infancia y la adolescencia, elaborado a partir de la voz de casi 100.000 menores en España, ha reabierto un debate urgente ¿cómo acompañar a los niños en un entorno digital que crece mucho más rápido que la capacidad de las familias para gestionarlo?
Se confirma una tendencia imparable: la infancia y la adolescencia viven hoy más conectadas que nunca entre redes sociales, pantallas, notificaciones… De ahí surge el estudio de UNICEF Infancia, adolescencia y bienestar digital. Una aproximación desde la salud, la convivencia y la responsabilidad social. Es el resultado del trabajo conjunto entre Red.es, Unicef España, Universidad de Santiago de Compostela y Consejo General de Colegios de Ingeniería Informática.
Con la voz de casi 100.000 niños, niñas y adolescentes de España, el estudio se convierte en la investigación de mayor alcance a nivel mundial sobre el impacto de la tecnología en la infancia y la adolescencia, y trae propuestas concretas para impulsar la seguridad y el bienestar digital. Este estudio ofrece una fotografía nítida de una generación hiperconectada y que, aunque más consciente de los peligros de Internet, sigue enfrentándose a graves desafíos emocionales y de convivencia.
El primer móvil llega a los 10 años
Los y las adolescentes están registrados en redes sociales de forma masiva: el 92,5% participa en al menos una red social y el 75,8% en tres o más. Incluso en los últimos cursos de Primaria, el 78,3% ya tiene presencia en alguna red.
La gran mayoría accede a las redes y otros contenidos desde su propio dispositivo. La presencia del teléfono móvil se hace patente desde los últimos años de Primaria. A los 10 años, el 41% de los niños y niñas dispone de móvil propio, porcentaje que asciende al 76% a los 12 años de edad. En la ESO, prácticamente todos –el 92,8%– tiene su propio teléfono, siendo la edad media de acceso al móvil los 10,8 años.
“La digitalización representa una oportunidad extraordinaria para la infancia: facilita la inclusión, estimula la creatividad y fortalece vínculos sociales y familiares. Pero una exposición temprana y sin acompañamiento conlleva riesgos que deben abordarse como un problema de salud pública”, ha advertido Gustavo Suárez-Pertierra, presidente de UNICEF España. “El mal uso de la tecnología provoca la pérdida de hábitos saludables, fatiga mental, presión por la imagen, además de exponer a riesgos como el ciberacoso o los contenidos inadecuados”.
El uso problemático de las redes tiene consecuencias
Casi un 9% de los chicos y chicas de entre 10 y 20 años dedica más de cinco horas diarias a las redes sociales entre semana, una cifra que se eleva hasta casi el 20% durante el fin de semana. Además, el 5,7% podría haber desarrollado un uso problemático de las redes sociales, porcentaje que alcanza el 7,7% entre quienes cursan Bachillerato – la etapa más vulnerable – y que es significativamente mayor entre las chicas, lo que evidencia importantes diferencias de género en esta problemática. Este uso intensivo se asocia a mayor ansiedad, peor calidad de vida y mayor exposición a situaciones de acoso, ciberacoso o control en la pareja a través de medios digitales.
“El 25% de los adolescentes declara haber sufrido acoso escolar, cerca del 10% ciberacoso, y uno de cada tres jóvenes con pareja reconoce haber vivido control o chantaje a través del móvil o las redes», ha señalado Antonio Rial, de la Universidad de Santiago de Compostela, quien ha advertido de que “estas formas de violencia digital están cada vez más presentes en la vida cotidiana de los adolescentes”.
Progresos en el uso responsable, aunque persisten los riesgos
Aunque los riesgos continúan, se observan avances en el uso responsable de internet. El 58,4% de los encuestados ha hablado con personas desconocidas en la red, el 25,1% ha recibido mensajes de carácter sexual y casi el 9% ha recibido presiones para enviar fotos o videos de carácter erótico o sexual, pero estos datos son mejores que los registrados en 2021, en el informe Impacto de la Tecnología en la Adolescencia. La exposición a la pornografía sigue siendo un reto: el 29,6% dice haberla consumido en alguna ocasión, en uno de cada tres casos de manera fortuita. El consumo se inicia de media a los 11,5 años, y el 70% de los encuestados manifiesta que no habla de sexo en casa.
Más de la mitad de los encuestados manifiestan cierta necesidad de desconexión digital y reclaman más educación digital, afectiva y emocional, acompañamiento adulto y hablar sobre salud mental y relaciones. “Los hábitos de juego y de descanso dependen de cada uno de nosotros, pero las redes están diseñadas para enganchar”, han explicado Ailin (13 años) y Pablo (17 años), miembros del Grupo Asesor de UNICEF España, que piden tolerancia cero al ciberacoso, acompañamiento familiar en el primer uso del móvil, y que se les tenga en cuenta a la hora de diseñar contenidos dirigidos a niños, niñas y adolescentes.
Claves para atajar las consecuencias negativa
Acompañar a niños y adolescentes en el mundo digital requiere entender sus necesidades individuales y empatizar con su forma de relacionarse con la tecnología. Un buen uso pasa por tres pilares fundamentales: seguridad (protección de la privacidad), salud digital (gestión del tiempo de pantalla) y responsabilidad (competencias digitales).
Para guiarlos, los adultos deben conocer herramientas, plataformas y riesgos, ya que su ejemplo es clave. Mantener una comunicación constante y compartir tiempo con y sin pantallas ayuda a prevenir problemas y fortalece el vínculo familiar. También es esencial promover un equilibrio entre el mundo online y offline, fomentando actividades de ocio fuera de la pantalla para evitar dependencias.
La educación en riesgos debe priorizar la información y el acompañamiento frente a las prohibiciones estrictas. Desarrollar el pensamiento crítico digital permite que contrasten datos, reflexionen y detecten contenidos poco fiables. Enseñar respeto y empatía dentro y fuera de la red es clave para que sepan cómo actuar ante el ciberacoso o los conflictos online. Además, impulsar su creatividad mediante el uso educativo de la tecnología potencia sus habilidades. Finalmente, establecer normas claras en casa, con rutinas y límites adecuados a cada edad, favorece hábitos digitales saludables.


