Los polluelos de pardela cenicienta dejan el nido a finales de octubre y principios de noviembre
La iluminación del litoral desorienta a estos animales, que quedan aturdidos y resultan heridos al caer al suelo. Los cabildos insulares reducen la iluminación para proteger a estas aves
«Van a caer unas 1.500 pardelas de aquí al 10 de noviembre, caen por centenares», advierte el veterinario Pascual Calabuig, responsable del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Tafira Cabildo de Gran Canaria.
Los meses de octubre y noviembre son fatídicos para los jóvenes pollos de esta especie, que dejan el nido materno para alzar el vuelo y surcar los mares por primera vez. A la inexperiencia propia de su primer vuelo, se suma el peligro que supone las luces de la ciudad.
Tras dejar sus nidos, se guían por la luz de la luna y las estrellas para emprender su viaje, pero las luces del litoral resultan un fatal trampantojo para estas crías.
Los pollos se desorientan con la contaminación lumínica y resultan heridos al caer al suelo, incapaces de remontar el vuelo por sí mismas, su única esperanza son los ciudadanos e instituciones que se ocupan de rescatarlas y ayudarlas a volver a volar.
Por esta razón, los cabildos insulares inician cada año por estas fechas una campaña de recogida, reducción de contaminación lumínica y sensibilización ciudadana. Pilares todos ellos que conforman la red canaria de protección de este animal.
Ejemplo de ello es el Ayuntamiento tinerfeño de Buenavista del Norte, que, un año más, ha comenzado su campaña de sensibilización y utiliza sus redes sociales e institucionales para implicar a la ciudadanía en el rescate de las crías accidentadas.
Son los distintos cabildos insulares los que tienen la competencia y quienes hace la campaña de recuperación, rescate y vuelta al mar de los polluelos, en coordinación con los distintos Ayuntamientos.
Instrucciones para rescatar una pardela
En caso de avistar un ejemplar herido, es muy importante cogerla con cuidado sin hacerle daño a sus plumas. Para facilitar la acción es conveniente utilizar una toalla o prenda de ropa para taparla y sujetarla con ambas manos, o simplemente empújala al interior de la caja. Pero en ningún caso se debe sujetarla por la punta de las alas.
«Sujetarla a lo bruto por la punta de las alas genera daños graves al plumaje, media vida para estos animales oceánicos», insiste el veterinario.
Canarias apaga las luces para proteger a las pardelas
«Agaete es el municipio de Gran Canaria donde más pardelas caen», explica Calabuig. Y es por eso que, este mismo miércoles, el veterinario del Cabildo mantuvo una reunión con el Ayuntamiento y con la naviera Fred Olsen para apagar las luces dañinas hasta el próximo 10 de noviembre.
«Una vez que venga el último barco, se apagarán las luces». Se mantendrá la iluminación nocturna necesaria para viandantes y vehículos, pero se eliminarán los focos altos y las luces innecesarias.
Este sábado, 29 de octubre, habrá una suelta en la caleta del municipio. Las que se hayan recuperado ese día, unos 50 ejemplares, regresarán a su hábitat.
También en la playa de Las Canteras, en la capital grancanaria, estudian la forma de reducir la luminosidad del paseo los meses de octubre y noviembre. Sólo durante el martes y el miércoles de esta última semana de octubre se encontraron, que haya constancia, cuatro crías de pardela que habían caído a la arena.
«Ciudad de mar está haciendo gestiones con la Concejalía de alumbrado para bajar más la intensidad de las luminarias», afirman desde el Ayuntamiento capitalino.
La Gomera reduce la iluminación del campo de fútbol de Valle Gran Rey
El campo de fútbol de la localidad gomera de Valle Gran Rey, ubicado junto al acantilado de América, es un lugar de alto riesgo para los pollos de pardela que, tras anidar en los recovecos del mismo, emprenden su viaje hacia el océano. Los grandes focos que iluminan este espacio deportivo resultan ser una atracción fatal.
Desde el Cabildo de La Gomera trabajan para conseguir reducir, en la medida en que la vida urbana lo permite, la luminosidad de avenidas, campos de fútbol, áreas turísticas y, en general, infraestructuras que utilizan grandes luminarias.
En este sentido, las zonas más peligrosas para estos animales son San Sebastián y Valle Gran Rey. «Aquí empezaron a caer polluelos durante la noche este domingo, 23 de octubre». Según informan desde el Cabildo, desde entonces han caído un total de 48 en diferentes puntos del litoral.
Al igual que en el resto de islas, el CECOPIN, 112, Policía Local, Guardia Civil y Cabildo participan de forma coordinada en la recogida, recuperación y suelta de las aves heridas.
El vuelo por amor de la ‘Calonectris borealis’
«Todos sus viajes son por amor», aventura Calabuig. Sea amor ceniciento o mera reproducción, lo cierto es que se trata de un animal altamente monógamo, que mantiene los vínculos reproductivos entre ambos miembros de la pareja durante años. «Por ello, las cópulas extraparentales son prácticamente inexistentes» (Rabouam et al., 2000).
Las pardelas, Calonectris borealis, no se reconocen en el mar. «Como muchas otras aves pelágicas, son habitualmente silenciosas en mar abierto, mientras que resultan ser ruidosas durante la época reproductora», Reyes-González, J. M., González-Solís, J. (2016).
Sólo se reconocen en la puerta de su cueva, a donde regresan en temporada reproductiva y emiten el conocido y ruidoso graznido que no es sino una forma de seducción de la hembra y defensa territorial.
Cuando migran, se van a Cabo de Buena Esperanza y luego suben al mar de Namibia, donde hay un banco pesquero tan abundante como el del Sáhara. Llegado febrero – marzo «sienten la llamada del amor y vuelven a su cuevita».
«Una vez finalizado el período reproductor, entre mediados y finales de octubre, los individuos inician la migración postnupcial, que los mantendrá alejados de las áreas de cría unos 100 días en promedio, de los cuales pasarán 80 en las zonas de invernada y el resto en el trayecto migratorio. La migración prenupcial, de retorno a las colonias de cría, tiene lugar mayoritariamente durante febrero, terminando el viaje a lo largo de febrero y marzo (Reyes-González et al., 2017).»
«En las colonias de Canarias es bien sabido que los juveniles de pardela, en sus primeros vuelos, se desorientan y terminan chocando contra edificios y tendidos eléctricos a causa del deslumbramiento por las luces urbanas. En un seguimiento realizado a lo largo de 9 años, unas 9.000 pardelas cenicientas resultaron afectadas por este problema en la isla de Tenerife, de las que un 95% pudieron ser recuperadas y devueltas al medio natural (Rodríguez y Rodríguez, 2009)».
Como se extrae de los informes consultados, el cuidado de canarios y canarias por sus aves endémicas es algo que viene de lejos. Ahora, son los Cabildos y Ayuntamientos quienes tienen en su mano el poder de apagar, en la medida de lo posible, las luces de las grandes infraestructuras costeras y evitar así los accidentes de las crías de pardela.