La adhesión a la Unión Europea de España supuso una transformación sin precedentes del país, que entró en un periodo de profundas reformas y modernización
Este jueves se conmemoran cuatro décadas desde que España firmara el Acta de Adhesión a las Comunidades Europeas, el 12 de junio de 1985, en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid. Aquel acuerdo, suscrito junto a Portugal, marcó un antes y un después en la historia reciente del país, sellando su ingreso oficial en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), hoy Unión Europea.
La ratificación del tratado por unanimidad en las Cortes Generales y su entrada en vigor el 1 de enero de 1986 convirtieron a España en miembro de pleno derecho de la llamada “Europa de los Doce”. Este paso culminó 25 años de negociaciones y abrió la puerta a una etapa de profundas reformas y modernización.

Una transformación sin precedentes
El proceso de adhesión supuso una transformación estructural sin precedentes. Para alinearse con los estándares europeos, España abordó reformas en sectores clave como el comercio, la agricultura, la industria, el sistema financiero y la administración pública. Estos cambios facilitaron su integración en el mercado común y sentaron las bases para un crecimiento económico sostenido durante los años siguientes.
La incorporación de España representó, además, la tercera gran ampliación de la Comunidad Europea, reforzando la presencia e influencia del proyecto europeo en el sur del continente.
Desde entonces, España ha sido un socio activo en la construcción de Europa. Ha participado en hitos fundamentales como la creación del mercado único, la firma del Tratado de Maastricht (1992), el Acuerdo de Schengen (1991) y la adopción del euro en 1999. Asimismo, ha contribuido al desarrollo de políticas comunes en ámbitos cruciales como la digitalización, el medio ambiente y los derechos sociales.

La entrada en la CEE también significó acceso a fondos estructurales y de cohesión que permitieron modernizar infraestructuras, fortalecer la industria y mejorar servicios públicos como la educación y la sanidad.
Cuarenta años después, España continúa consolidando su papel como actor relevante dentro de la Unión Europea. Su integración no solo supuso un impulso económico, sino también una firme apuesta por la cooperación internacional, el progreso compartido y los valores democráticos que sustentan el proyecto europeo.