Una campaña arqueológica en Los Caserones pone en marcha el Plan Quinquenal para la zona costera, dotado con 600.000 euros
El Cabildo profundiza en el conocimiento del pasado aborigen de Gran Canaria con una campaña arqueológica en el yacimiento de Los Caserones, en la desembocadura del Barranco de La Aldea de San Nicolás. En ese lugar estuvo uno de los mayores asentamientos costeros de la antigua población grancanaria, incluso el más importante según algunas fuentes históricas.
El consejero de Presidencia del Cabildo, Teodoro Sosa, precisó durante la presentación de sus resultados preliminares que esta excavación supone «apenas la punta de lanza del desarrollo del Plan Quinquenal del área arqueológica de la playa de La Aldea, presupuestado en casi 600.000 euros». «El proyecto retoma y da continuidad a los estudios tras el largo paréntesis abierto a mediados de los años setenta del pasado siglo, solo interrumpido por campañas siempre significativas, pero puntuales», dijo.
Parque arqueológico y ecomuseo
Además, Sosa recalcó que este Plan Quinquenal sentará las bases para la creación de un gran parque arqueológico y de un ecomuseo. Vinculados además al actual Centro de Interpretación de Los Caserones. Con el mismo fin, el Cabildo y el Ayuntamiento avanzan en los trámites para la adquisición de terrenos particulares que atesoran importantes valores arqueológicos y paleontológicos. Así lo explicaron Sosa y la primera teniente municipal, Naira Navarro.
Hasta el momento, las prospecciones llevadas a cabo en una vivienda de planta semicircular han sacado a la luz la cabeza de un pequeño idolillo y abundante material cerámico ylítico, elaborado este último con basalto y también con obsidiana como la que se extraía de la mina de Montaña Hogarzales, detalló el arqueólogo Efraín Marrero, de la empresa Prored, encargada de la excavación. Asimismo, han hallado trozos de hierro que hablan del contacto con otras culturas, posiblemente con los mallorquines.
La excavación arqueológica ahora en curso empieza por lo tanto a arrojar nueva luz sobre un asentamiento que contó con centenares de casas, enterramientos, zonas de culto y otras manifestaciones culturales vinculadas a un ecosistema excepcional caracterizado por el agua que traía el barranco, el humedal, los abundantes recursos marinos o los buenos pastos para el ganado en las zonas limítrofes, junto a otros recursos como la avifauna, la flora o la madera.