El creador tinerfeño ofrecerá este martes 13, a las 18:30 horas, una visita guiada gratuita por esta muestra «Doble ciego»
TEA Tenerife Espacio de las Artes clausura el domingo 25 de agosto la exposición Doble ciego, del artista tinerfeño Adrián Alemán. La muestra se trata de un ensayo visual. En él se trama una particular genealogía de la apariencia a partir de vestigios históricos tomados como imágenes. El artista pretende hablar de los ritos de aprendizaje que construyen la mirada pública y de la colectivización de la memoria y de los relatos.
Como despedida, Alemán ofrecerá este martes 13, a las 18:30 de la tarde, una visita guiada gratuita por su trabajo. En este el creador plantea un relato global de la modernidad. Adrián Alemán se inspiró en un resquicio arquitectónico de Santa Cruz de Tenerife, concretamente en la logia masónica Añaza nº 270.
A través de este trabajo, Alemán incide en que la realidad material y el lenguaje se muestran de manera continua, como operaciones reales de la naturaleza. A su vez estas constituyen el aprendizaje iniciático del individuo en el espacio social.
Curada por Néstor Delgado, Doble ciego descubre al espectador un proyecto inédito integrado por una serie fotográfica post-documental, un proyecto de dibujo y una obra literaria. La muestra es de entrada libre y puede visitarse de martes a domingo y festivos, de 10:00 a 20:00 horas.
Partiendo de la premisa de que si solo vemos aquello que hemos aprendido socialmente, Adrián Alemán plantea en esta propuesta diversas cuestiones. Por ejemplo qué sucede cuando se nos revela lo que ha estado cerrado a la mirada pública, o qué ocurre cuando nos adentramos en aquello que ha permanecido oculto no sólo por el poder, sino por sus propios constructores. Cuando un espacio ha sido borrado de la historia entra en el dominio de la representación, es decir que el vestigio arquitectónico ha sido ocupado por la imagen.
Sobre Adrián Alemán
Adrián Alemán vive y trabaja en Tenerife. Es artista, además de docente e investigador en la Universidad de La Laguna. Su trabajo tiene un carácter obstinado, fruto de su decisión de vivir la experiencia artística en un contexto periférico. En este la visibilidad y el mercado del arte no juegan un papel determinante. Este compromiso con las prácticas artísticas como espacio autónomo de investigación, crecimiento y emancipación se propone contribuir, no obstante, al reconocimiento de subjetividades subalternas desde las que confrontar la colonialidad de la mirada.
En su tránsito entre lugares, memorias, discursos e imágenes, su proceso genera textos, fotografías, dibujos y objetos que extrañan sus referentes. Al mismo tiempo, los ponen en sintonía. Esta suerte de arqueología inversa precipita en una estratigrafía del presente. A su vez demanda y promueve una hermenéutica del imaginario que permita exhumar del continuo de la visualidad oscuras circunstancias aún emboscadas en sus ángulos muertos.
Esta concepción benjaminiana de la historia la interpreta como un proceso dialéctico. En ella, un pasado espera aún ser contado y un presente busca un relato en el que poder reconocerse. Ambos colisionan con la intención de incendiar un orden de cosas alternativo.
Su trayectoria artística
Su trabajo arracima digresiones en torno al lenguaje, los signos y su decantación en el orden social. en
En la circularidad del deseo (1990) analizó el carácter indéxico de los objetos
El sueño evangélico de la colectividad (1990) recrea dispositivos disciplinares que invitan a pensar la relación entre comunidad y representación.
SOCIUS (2010-12), un extraño salón náutico, metáfora de una isla completa, fue una puesta en común(idad) de las trazas dejadas en el territorio por la matriz violenta del poder.
En Dialécticas criollas (2017) plantea una investigación abierta sobre las confluencias discursivas que determinaron las representaciones paisajísticas en el contexto de las tensiones coloniales del siglo XIX, y sobre cómo persisten en los discursos culturales contemporáneos. Esta última aún está en elaboración.