Vinicius tenía reservado su mejor partido para un gran día. Su noche soñada enterró miedos en la definición y relanzó su descaro con un doblete del brasileño y un tanto de Marco Asensio que conceden una buena ventaja para regresar a las semifinales previo paso por Anfield.
El gen competitivo del Real Madrid jamás desaparece. Es ajeno a las circunstancias que marcan un duelo europeo de altos vuelos. A la hora de la verdad, esa plantilla que se cansó de escuchar que no tenía gol desde el adiós de Cristiano Ronaldo y que no le da para llegar lejos en la ‘Champions’ desde aquella final dorada en Kiev ante el mismo Liverpool sacó de la chistera su mejor partido de la temporada en un momento decisivo.
El fútbol pandémico no solo deja estadios vacíos que empequeñecen el espectáculo. Al Real Madrid le golpeó horas antes de la gran cita con el positivo de Varane. Pudo afectar a la idea de jugar con tres centrales de Zidane, pero no a la mentalidad ganadora exhibida por sus jugadores. El rey de Europa salió a jugar con las mismas armas que un Liverpool que intimida con su tridente pero que se hizo pequeño ante la intensidad madridista.
Un partido coral, unidos en el esfuerzo, lanzados en una moral que se disparó según el Madrid encontró su mejor fútbol. Con ritmo y precisión. Hizo largo al Liverpool con pases en profundidad de Kroos, anulando su intención de presionar arriba. Con Vinicius y Marco Asensio enchufados en un tridente que cuenta con las apariciones sobradas de clase de Benzema por cualquier rincón ofensivo. Nada más arrancar, avisó a Alisson de sus intenciones.
Ese disparo a los dos minutos era un mensaje directo. Las importantes bajas no afectarían en nada al Real Madrid si todos sus jugadores empujaban con una misma idea. Con Casemiro exhibiendo inteligencia en las coberturas, Lucas Vázquez marcando el terreno a Sané desde que le llegó el primer balón y Salah sin poder mostrar su peligro al no tener metros para correr. El Real Madrid encontró inseguridad en su rival por sus bajas defensivas y un flanco que atacar. Alexander-Arnold era un flan y Vinicius lo volvió loco.
Era el día del brasileño. El momento para trasladar al mayor escenario su momento de crecimiento. Inventó un control en carrera perfecto antes de buscar a Modric, derribado al borde del área. Mendy incidió por la misma zona y Vini cabeceó cruzado. A la tercera fue letal corrigiendo ese nerviosismo que siente en la definición. El pase milimétrico de Kroos para romper la defensa inglesa y el desmarque de ruptura del brasileño. Control con el pecho y mano a mano superado con una facilidad hasta ahora inexistente.
El tanto dejó tocado al Liverpool y el Real Madrid lo sintió. Benzema pidió penalti y le puso a Vinicius un balón perfecto que chutó cruzado acariciando un poste. Cada movimiento de Karim generaba problemas defensivos al conjunto de Klopp, que se desesperaba. Y apareció Asensio para extender su racha goleadora a cuatro partidos consecutivos. Con la confianza de pelear por cualquier balón y encontrar el mal despeje de Arnold para picar el esférico a la salida del portero y marcar a placer el segundo.
Incluso tuvo el tercero en un momento de desplome inesperado del Liverpool, que se reencontraba con su peor imagen de la Premier. Klopp no esperó al descanso para intentar cambiar el guión. Metió en el campo a Thiago por Keita. «¿Qué estamos haciendo con la pelota? La queremos», gritó en inglés el centrocampista español ejerciendo liderazgo e invitando a dar un giro al partido.
Lo consiguió por momentos nada más iniciarse el segundo acto. Fue el castigo rápido a unos minutos en los que reculó el equipo de Zidane y entregó el balón. El pase filtrado a Salah encontró su pegada al límite del fuera de juego. Lucas lo habilitaba. El primer disparo a puerta, era gol. Y Mendy salvaba el segundo cuando apareció la calidad de Jota entre líneas. Todo lo ganado lo tiraba por tierra el equipo blanco.
Y se dio cuenta el Real Madrid para recuperar el balón y ser más letal que nunca. De esa mutación, la ‘culpa’ la tuvo Vinicius. Todo pasó por él. Radiante de confianza, encarando siempre rivales, desequilibrando con velocidad. Castigó a los espacios y firmó un tanto importantísimo para Anfield. Había perdonado antes Asensio una contra de tres contra tres por pensar demasiado como culminarla.
No lo hizo Vinicius al rematar de primeras, apareciendo por sorpresa en la zona donde habita un goleador, convirtiendo en oro un pase interior de Modric. Su remate entre las piernas de un rival y ajustado al poste devolvió a la lona al Liverpool, que aún pudo recibir un cuarto tanto en plena exhibición de la joven perla brasileña y con un disparo raso de Benzema antes de un final de partido con el Real Madrid defendiendo su ventaja, casi sin fuerzas pero con mucho corazón.