El bar El Perola se convirtió en un lugar emblemático de Agaete y en uno de esos espacios a los que hay que ir obligatoriamente si se visita el municipio
Agaete se despide de uno de sus locales más emblemáticos: el bar El Perola. Tras más de tres décadas al frente, Pepe, conocido cariñosamente como Pepe El Perola, baja definitivamente la persiana de un establecimiento que se había convertido en símbolo y punto de encuentro obligado para vecinos y visitantes del municipio del norte de Gran Canaria.
Desde que abrió sus puertas en Agaete, el bar se mantuvo prácticamente intacto. Ese aire tradicional, formaba parte de su encanto. Pero la esencia del lugar no solo residía en sus paredes, sino en el propio Pepe, cuya personalidad afable y cercana convirtió el bar en un espacio donde todo el mundo se sentía bienvenido. Su trato cariñoso, sus populares botellines y las papas con berberechos hicieron del lugar un pequeño santuario de la vida cotidiana de Agaete.
Un lugar de visita obligatoria
Con el paso del tiempo, El Perola se transformó en una especie de pasaporte no escrito para quienes visitaban Agaete, una parada obligatoria para los que visitaban Agaete. Generaciones de vecinos compartieron barra, anécdotas y sobremesas con Pepe, siempre dispuesto a escuchar y conversar.
Sin embargo, después de treinta años de trabajo incansable, el propio dueño reconoce que su cuerpo pide descanso. Las piernas, dice con la sinceridad que lo caracteriza, “ya no acompañan”, y considera que ha llegado el momento de cerrar una etapa y comenzar otra. Aunque asegura que echará de menos las conversaciones con la gente, confiesa que ahora “toca otra vida”.
Pepe se va con la satisfacción del deber cumplido, dejando atrás un legado que permanecerá en las historias y recuerdos de todos los que alguna vez cruzaron la puerta de su bar.


