José Ramón Lamelo entrenó al CD Tenerife en Segunda División B, la actual Primera RFEF, y consiguió la salvación ese año

José Ramón Lamelo Pérez, exentrenador del CD Tenerife, falleció este miércoles a los 83 años de edad. Natural de Monforte de Lemos (Lugo), Lamelo dirigió al conjunto blanquiazul durante la temporada 1980-1981, en un contexto complicado marcado por las dificultades económicas del club. A pesar de ello, logró mantener al equipo en Segunda División B, actual Primera Federación, con una campaña tranquila que culminó en una meritoria quinta posición. Lo hizo al frente de una plantilla compuesta exclusivamente por jugadores canarios, sin presencia de futbolistas peninsulares ni extranjeros.
Antes de llegar al banquillo del Tenerife, Lamelo, conocido también como “Moncho”, había sido delantero del RC Deportivo de La Coruña, donde vivió cuatro ascensos a Primera División en sus ocho años como jugador en Riazor. Su experiencia como técnico se limitaba hasta entonces al ámbito semiprofesional, habiendo entrenado a equipos como la Cultural Leonesa, el Cacereño y el CD Lugo. Fue el presidente José López Gómez quien confió en él para sustituir a Olimpio Romero, que había dirigido al Tenerife en sus primeras dos temporadas en la categoría de bronce.

Enmarcado en un grupo I muy exigente, con el RC Celta y el Deportivo como grandes favoritos al ascenso (objetivo que ambos lograrían), Lamelo supo adaptarse a las circunstancias tras la marcha de varios jugadores clave. Para hacer frente a la precaria situación económica, el club traspasó a jóvenes promesas como Julio Durán y Román (al Atlético de Madrid), el guardameta Domínguez (al RCD Espanyol), y Víctor ‘Matute’ (a la UD Las Palmas). Además, el equipo perdió por motivos de servicio militar al jugador Mini, originario de Silos.
Confianza en la cantera
Apodado “El coronel” desde su llegada a la Isla, Lamelo confió en el talento local y dio protagonismo a jugadores como David Amaral, quien venía de destacar en el Toscal de Enrique Sanfiel. También contó con la implicación de José Antonio Barrios, figura histórica del club, que jugó aquella temporada sin cobrar, y apostó por el joven delantero canterano Chalo, de solo 18 años, quien se convirtió en el máximo goleador del equipo con 20 tantos en Liga y uno más en Copa.