‘Noveleros’ cierra temporada con un emotivo viaje para celebrar el verano

El programa se despide por todo lo alto de su decimotercera temporada en Televisión Canaria con el especial “Nos vamos de vacaciones”

‘Noveleros’ se despide este martes (22:30 horas) de su decimotercera temporada en Televisión Canaria con cuatro historias reales que recuerdan que las vacaciones también pueden ser una forma de sanar, de volver a empezar o simplemente, de estar con quienes más queremos. El programa de reportajes más longevo de la cadena da la bienvenida al verano con cuatro relatos que emocionan, y que nos invitan a mirar la vida con esperanza.

Viajar al lugar donde empezó todo

En 2009, Doramas y Paula se conocieron en La Graciosa. Hoy, regresan a esa isla con la maleta cargada de recuerdos y emociones. Su hijo Ancor falleció a causa de un cáncer infantil, y desde entonces ambos han volcado su vida en el Proyecto Ancor, una iniciativa para dar visibilidad y apoyo a otras familias. Lo que para muchos es un destino de vacaciones, para ellos es también un homenaje, un espacio de amor y memoria.

Una excursión con sabor a libertad

Tere y Orlando se conocieron hace más de una década en el Centro Ocupacional de Valleseco. Hoy viven de forma autónoma, con alegría y plena independencia. Junto a Miguel, su coordinador y amigo, se embarcan en la última excursión de la temporada: una jornada de playa en el sur de Gran Canaria que celebra la inclusión, la autonomía y, sobre todo, la amistad.

Un viaje hacia las raíces

Cada verano, Delia regresa a El Hierro, la isla donde creció. Allí la espera su madre Arminda, de 93 años, y un grupo de amigas con las que comparte vida desde niña. En el pueblo de Isora reviven tradiciones como la muerte del cochino, meriendas de toda la vida y paseos que huelen a infancia. Para Delia, volver al origen es mucho más que un viaje: es una forma de recordar quién es, de honrar su historia y abrazar sus raíces.

Las tres mosqueteras

Cristina, Esther y Pino son amigas desde hace cinco años y este verano vuelven a escaparse juntas, esta vez a La Palma. Para Esther, el viaje llega en un momento delicado: acaba de perder a su madre. Pero en cada conversación, cada carcajada y cada baile, encuentra apoyo. Porque la amistad también cura. Porque estar juntas hace todo más llevadero.

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