José Naranjo Noble nace en Telde, Gran Canaria, y estudia periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Su trayectoria profesional está marcada por el fenómeno migratorio, donde ha contado historias de un lado y otro de ese trocito que nos separa por mar de África.
Esa implicación personal y profesional lo lleva a viajar por diversos países del continente africano, conociendo de cerca la realidad de cada lugar. Y desde hace más de diez años decide instalarse en Dakar, Senegal. Es corresponsal de El País para África Occidental y colaborador de otros medios de comunicación.
Esa trayectoria de casi 27 años le ha llevado a recibir varios premios, entre ellos, el Premio Canarias de Comunicación, en 2016, el Antonio Mompeón Motos de Periodismo 2006 y el Premio Derechos Humanos del Consejo General de la Abogacía Española 2007.
«Yo llevaba mucho tiempo viajando por la zona, con el foco puesto en el fenómeno migratorio. Había estado en Argelia, Mauritania, Mali, Senegal… y me di cuenta de que era un lugar del mundo muy desconocido. Una vez que consigues entablar un vínculo te das cuenta de que, al final, cada pueblo y cada cultura es de una manera pero compartimos mucho con los otros pueblos y con las otras culturas del mundo. En apariencia puede parecer que no, que somos todos muy diferentes, pero a mí me gusta encontrar esas similitudes», cuenta.
Estos años fuera de Canarias le hacen mirar atrás y plantearse si ha merecido la pena y considera que con creces. Sus crónicas han servido para visibilizar parte de lo que ocurre y no se ve. Pero paga un precio alto. No ver a su familia y a sus amigos, entre otras cosas.
«El Día de Canarias lo tengo presente, por supuesto. Es un día que recuerdo y, si puedo, intento hacer esa ropa vieja que tan bien prepara mi padre y que no consigo hacerla tan bien como él, pero lo sigo intentando (risas), o algún pucherito, alguna comida que me evoque a Canarias, que comparto con la gente de aquí», cuenta.
La época de pandemia ha sido complicada. No ha podido viajar a Canarias porque se han cancelado muchos vuelos y «es muy difícil moverse para llegar a las islas sin trayectos directos, pasando por Lisboa o Madrid, por ejemplo, pero intento ir cada tres meses, aunque ahora se haya complicado todo y he bajado mucho la frecuencia de visitas a la Isla».
